sábado, 25 de octubre de 2014

Identidad Cultural Como Medio de Desarrollo en el Perú

Identidad cultural como medio de desarrollo en el Perú 


Siempre se ha hablado de un desarrollo económico como progreso para un país. En el Perú vivimos en tiempos de crecimiento en nuestra economía, pero qué pasa con el desarrollo cultural como nación. En verdad nos identificamos con el Perú, estamos orgullosos de vivir en estas tierras. Vamos a ver que solamente respetando nuestras tradiciones y  cultura vamos a alcanzar un desarrollo sostenido, porque  solo con que nos  identifiquemos  todos con la misma nación, se puede trabajar en conjunto para sacar adelante el país.


Introducción


El Perú como en muchos países de Latinoamérica no se goza de una identidad propia, sino que todo lo hemos asimilado del mundo europeo. Ya van casi trescientos años que conseguimos nuestra independencia política, pero aun no hemos avanzado liberarnos del yugo ideológico y cultural  de los países occidentales.  A pesar que vivimos en un país multicultural y pluriétnico no existe respeto por las costumbres y tradiciones de otras culturas y caemos en la discriminación y el racismo. El historiador Jacques Lafaye dice que  " la identidad cultural latinoamericana se caracteriza por el desarrollo interno y la ambivalencia externa. La identidad cultural es hoy un devenir, un proceso en vía de desarrollo, una gestación vital y dolorosa". Es seguro que la identidad para el europeo sea fundamental y hemos sido testigos que en el "viejo continente" se ha trabajado para unificar sus países como la Unión Europea, que los unificó económicamente. Pero para Latinoamérica y en especial el Perú se ha tornado irrelevante.

Desarrollo

Sabemos que identidad se refiere a la persona que se autoreconoce dentro de un espacio determinado.  para conocer mejor la identidad cultural es preciso definir cada uno de los términos.

Cultura
La palabra Cultura según investigaciones antropológicas  se refiere a todas las costumbres, tradiciones y religiones de una persona. Este término tiene su origen en discusiones intelectuales que se remontan al siglo XVIII en Europa, para ser mas exacto  Francia y Gran Bretaña. Antes  se le denominaba civilización  que denotaba orden, civismo, cortesía y sabiduría. Era lo opuesto a  la barbarie por eso en esos tiempos muchos pueblos, sobre todo de África, eran considerados  barbaros o salvajes. Este concepto se va articulando con la idea de la superioridad de la civilización, por lo tanto de la historia de las naciones que se consideraban civilizadas.
Con el pasar de los años  este concepto va evolucionando, se van introduciendo niveles y fases de civilización y el significado de la palabra se va asociando a progreso material. Recién hacia mediados del siglo XX  el concepto de cultura se amplía a una visión mas humanista, relacionada con el desarrollo intelectual o espiritual de un individuo.
Este  cambio y evolución del pensamiento se ve reflejado en esta declaración  realizada por los  expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en los años 90 que  defiende la causa de la indivisibilidad de la cultura y el desarrollo, entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceder a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria. Este desarrollo puede definirse como un conjunto de capacidades que permite a grupos, comunidades y naciones proyectar su futuro de manera integrada.
Pero  aún hoy este avance en el conocimiento humano no ha sido suficiente y se ha intentado imponer la creencia de la existencia de una cultura superior, ligada al término civilización y progreso que debe imponerse por deber al resto de culturas consideradas inferiores. 

Identidad Cultural
El concepto de identidad  cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y se alimenta continuamente de la influencia exterior.  Esta colectividad puede estar generalmente localizada geográficamente, pero no necesariamente por ejemplo los refugiados y migrantes. Hay manifestaciones culturales que expresan con mayor intensidad que otras en  su sentido de identidad, hecho que las diferencian de otras actividades que son parte común de la vida cotidiana. Por ejemplo, manifestaciones como la fiesta, el ritual de las procesiones, la música, la danza. A estas representaciones culturales de gran repercusión pública, la UNESCO las ha registrado bajo el concepto de patrimonio "cultural inmaterial”. La identidad sólo es posible y puede manifestarse a partir del patrimonio cultural, que existe de antemano y su existencia es independiente de su reconocimiento o valoración. Es la sociedad la que a manera de agente activo, configura su patrimonio cultural al establecer e identificar aquellos elementos que desea valorar y que asume como propios y los que, de manera natural, se van convirtiendo en el referente de identidad. Por ejemplo la fiesta del Señor de los Milagros, su origen es en cierta medida desconocida y a pesar que se habla  de una tradición aceptada por los españoles para asi dominar mejor a los naturales, hoy en día se convirtió en parte de nuestra identidad.
Dicha identidad implica, por lo tanto, que las personas o grupos de personas se reconocen históricamente en su propio entorno físico y social y es ese constante reconocimiento el que le da carácter activo a la identidad cultural.
En el sentido ideológico la  expresión "identidad cultural" es referida  no a una parte  de la cultura o sea su carácter, sus rasgos,  sino a todo lo que representa  esa cultura o sea a las naciones, etnias o pueblos.
Al hablar de identidad de una cultura se está pidiendo la preservación y pureza de sus tradiciones  que se nos presenta como incondicionalmente valiosa y digna de ser conservada a toda costa. Podemos tomar un ejemplo el del caso Judío, durante mucho tiempo fueron apátridas, pero preservaron sus tradiciones y su religión porque era algo digno que ellos tenían y debía ser protegida.
En el aspecto filosófico cuando se habla de identidad cultural  de un pueblo se utiliza la  idea de identidad analítica y sustancial
La identidad sustancial postula la idea de que un pueblo logra mantener su misma cultura al pasar los años convertida en patrimonio. Pero la identidad analítica que es una síntesis de diferentes clases el cual se forma al individuo por la asimilación y la relación con otros pueblos. 
La identidad cultural no es simplemente la expresión de la verdadera historia de cada grupo o nación, sino que puede ser entendida, como el relato a través del cual cada comunidad construye su pasado, mediante un ejercicio selectivo de memoria.
Como podemos ver la identidad cultural se va construyendo a lo largo de todo el proceso de desarrollo del individuo e incluso involucra todo el pasado histórico del grupo. Es asi como  a partir de una adecuada política cultural bien orientada a partir de un atinado diagnóstico de situación considerando las fortalezas y debilidades, este factor de identidad podría ser organizado de forma favorable.
Los estudios sobre identidades culturales deberían ser localizados y centrados en los actores con el fin de respetar tanto el derecho al reconocimiento como la libertad individual o por lo menos, encontrar una salida para cada caso particular que contemple los intereses y las perspectivas de ambas partes.

Pensadores en América Latina
El caso de América Latina es muy particular porque siempre hemos sido vistos de manera muy diferente que al resto. Cuando llegaron los españoles se encontraron con una cultura completamente distinta a la que ellos tenían, el escritor venezolano Arturo Uslar al respecto dice  que   "América fue, en casi todos los aspectos, un hecho nuevo para los europeos que la descubrieron. No se parecía a nada de lo que conocían. Todo estaba fuera de la proporción en que se había desarrollado históricamente la vida del hombre occidental. El monte era más que un monte, el río era más que un río, la llanura era más que una llanura. La fauna y la flora eran distintas. Los ruiseñores que oía Colón no eran ruiseñores. No hallaban nombre apropiado para los árboles. Lo que más espontáneamente les recordaba era el paisaje fabuloso de los libros de caballerías. Era en realidad otro orbe, un nuevo mundo".
Como vemos eran  distintas las costumbres, las tradiciones y la religión. Este último sirvió de excusa para la invasión y lo único que lograron fue la desaparición de muchas costumbres . El caso mas sonado fue la llamada extirpación de idolatrias donde Cristóbal de Albornoz luchó contra el movimiento de revalorización de las huacas iniciado por Juan Chocne. En este caso muchas tradiciones y religiones desaparecieron para dar paso al cristianismo. Hasta 1537 los pueblos indígenas no tenían ni siquiera alma y eran considerados salvajes. Con el pasar de los siglos hemos asimilado la cultura occidental, pero lamentablemente hemos aprendido lo malo. Hemos rechazado todo lo que era nuestro y adoptamos un pensamiento occidental.
Pero en los últimos años se ha apostado por una revalorización de la cultura latinoamericana.
Tenemos a pensadores que iniciaron por este cambio  en el Perú en America Latina en general. En el caso peruano tenemos a José Carlos Mariátegui quien hablaba de un pensamiento latinoamericano y no occidental para fortalecer nuestra identidad.
José Martí  se manifiesta con mayor claridad la necesidad de no “trasplantar” a nuestras conciencias la cultura europea, sino “injertarla”, dejando insertándola a nuestro contexto. Se trata de tomar de europa los instrumentos filosóficos que han dado base a su cultura, las ideas de libertad, democracia, nación, pero dándoles el sentido que les sea más apropiado para las circunstancias de los países latinoamericanos. Martí plantea ya la necesidad de revalorizar creativamente la filosofía europea. En ese sentido es  con la filosofía en que se pueden resolver las  preocupaciones de un  pueblo, de su gente, de sus líderes, de sus intelectuales y de sus sabios.

El caso peruano
El  Perú tiene un enorme desprestigio o subvaloración del pasado ligado a lo indígena, esto se debe a que durante casi 300 años nos han enseñado a rechazar todo lo que se consideraba bárbaro y salvaje. Es una zona con una identidad cultural latente, de la cual pareciera no estar consciente la población y sociedad del lugar. En la mayoría de los casos no conocemos nuestro pasado histórico y creemos que nuestra historia comienza con la llegada de los occidentales. Cada dia destruimos nuestro patrimonio tanto material como inmaterial. Hay que saber que patrimonio material es todo aquello resto arquitectónico que nos dejaron y el patrimonio inmaterial son las costumbres, tradiciones, religión que se trasmitió de generación en generación.
Muchos de nosotros mismos, si bien reconocemos la diversidad cultural, étnica y racial porque nos la cruzamos en las calles, o en nuestra propia casa o en nuestro propio cuerpo, tenemos dificultades para aceptarla como algo positivo. Nos es difícil estar cómodos mirándonos al espejo y aceptando la imagen cultural y racialmente diversa que el espejo nos devuelve. Cuando la aceptamos, la diversidad aparece casi como un castigo. Por lo menos hasta hace una generación, era frecuente escuchar esta queja: Por qué no nos conquistaron los ingleses? En ella se traslucía una crítica a los españoles, considerados flojos y abusivos, pero también la oculta creencia de que los ingleses hubieran exterminado a los indios. Porque no hay que olvidar que los pueblos quechuas, aymaras y amazónicos, denominados indios, indígenas o aborígenes, han sido y en cierta medida siguen siendo, junto a los afroperuanos, la parte negada o vergonzante de nuestra diversidad étnica y cultural.
Para poder desarrollarnos como una verdadera nación debemos estar orgullosos del legado  que nos dejaron nuestros antiguos pobladores   y ahí la importancia de conocer nuestra historia para construir nuestra identidad. No olvidar en primer lugar que en nuestra cultura  existen   variedad de lenguas nativas que coexisten entre si. El español es el idioma oficial y se usa en gran parte del país. También las lenguas indígenas  son parte de la cultura del Perú y reconocidos constitucionalmente.
La religión es otro legado que nos dejaron porque a pesar del proceso de evangelización de los españoles, no se pudo olvidar las distintas religiones prehispánicas.
La confluencia de credos, costumbres y vivencias han creado en la vida de los peruanos cerca de 3,000 fiestas populares al año, entre patronales, procesiones, carnavales y rituales, expresión de la fe en un Dios, el respeto a la naturaleza y la celebración de la libertad. Las fiestas en el Perú tienen un aspecto místico, la mayoría manifiestan la fusión del catolicismo con las tradiciones prehispánicas de cada región. El pago a la tierra es parte de las celebraciones principales en todas las regiones, bajo el concepto de retribuir a la Pachamama (Madre Tierra) por su eterna generosidad.
La historiadora María Rostworowski cuenta que para investigar en el santuario de Pachacamac, tuvo que pedir permiso al dios haciendo rituales y lo mas sorprendente es que muchos lugareños y visitantes hacían esos ritos como algo natural, lo que ella después dijo que el lugar está vivo y no ha muerto, a pesar de la cantidad de años que pasaron.
La gastronomía es parte de la  historia del Perú  y en los últimos años se ha convertido en parte de la identidad nacional, un elemento unificador del país sobre el cual nadie discute. Los peruanos se han vuelto expertos en experimentar nuevos sabores, en armonizar aromas y descubrir cocciones  y para ello la diversidad de su producción agrícola, sus microclimas, su geografía tan variada, sus múltiples culturas y la genialidad de sus cocineros han enriquecido su cocina al punto de haber sido reconocida como una de las mejores expresiones gastronómicas a nivel mundial, a la par de la comida italiana o francesa.
Los antiguos peruanos fueron artesanos por excelencia y desarrollaron un alto nivel tecnológico en esta actividad. El arte de Perú precolombino se registra desde tiempos milenarios en tejidos, calabazas, madera, piedra, oro, plata, cerámica e incluso barro, cualquier material donde se pudiera expresar parte de las vivencias diarias. Esta herencia ancestral se sigue desarrollando en la actualidad en pueblos de la costa, sierra y selva, en diversas piezas de gran calidad en tejidos. Muy valoradas a nivel mundial son la filigrana de plata, los mates burilados, los retablos ayacuchanos, los tallados en piedras de Huamanga y en madera, la cerámica de Chulucanas, los ponchos de Monsefú, entre otras piezas. Ahora último se encontró una piedra de  trece ángulos tallada en  Inkahuasi, los que no deja de sorprender el pasado glorioso de nuestros antepasados.
La  música y la danza siempre han tenido un rol importante en la sociedad peruana, desde la época precolombina. Los antiguos peruanos utilizaron los caracoles de mar, las cañas y hasta los huesos de animales para emitir sonidos. Se dice que los peruanos de la cultura Nasca fueron los músicos precolombinos más importantes del continente. Antaras o zampoñas, trompetas de terracota, pututos, constituyeron parte de los instrumentos musicales más importantes del antiguo Perú. Las piezas musicales tenían carácter religioso, guerrero o profano. También como producto de sus múltiples culturas, Perú tiene hoy un folklore rico y variado, diversidad de expresiones musicales y bailes, que combinan los géneros y el espíritu indígena con la influencia hispana, así como estilos modernos que se han adecuado a la cadencia y gusto de los grupos sociales mayoritarios.
Después de haber vivido por siglos dándole la espalda a nuestros orígenes andinos, hoy reconocemos el valor de los Andes y la Amazonía por todo lo que representa en recursos y tradición milenaria. Somos la civilización más antigua de Sudamérica. De nuestro territorio y nuestro imperio surgieron los países vecinos. Perú fue el centro político y productivo de la región, con una privilegiada ubicación geográfica. 

Conclusiones

Finalmente podemos decir que el  término de identidad abarca muchos aspectos, se puede hablar de patrimonio que quiere decir el legado que nos dejaron nuestros ancestros tanto arquitectónico como oral. Se puede hablar de lo que representa el ser humano, sobre todo el indígena, en la construcción de nuestra identidad. Lo  cierto es que se ha avanzado poco todavía en revalorizar lo nuestro y para hacerlo tenemos que colaborar todos porque no se puede hablar de identidad y defender nuestro legado si aun seguimos discriminando a otros peruanos o si no defendemos lo que significó nuestro pasado.
El estado tiene que asumir una función activa y proactiva, de tal manera que se respeten los derechos culturales promoviendo el principio de igualdad, principalmente para aquellos grupos que se encuentran en las zonas alejadas y en las zonas limítrofes, fortaleciendo la democracia participativa, permitiendo que aquellas poblaciones  tengan la posibilidad de dar a conocer sus planeamientos, haciendo posible la conservación de nuestros productos culturales, tanto materiales como no materiales.
Se puede dotar a las instituciones públicas de recursos humanos especializados para implementar y ejecutar planes, programas orientados para este fin. Sólo asi, podríamos hablar de una verdadero desarrollo, valorando, esperando y avanzando a partir del respeto de nuestras diferencias, pero asumiendo a la vez, que somos parte de una misma nación

martes, 22 de julio de 2014

Etnocidio y extirpación de idolatrías


Etnocidio y extirpación de idolatrías 

¿Genocidio es lo mismo que etnocidio? la palabra etnocidio no existía hace unos años porque siempre  se usaba el término genocidio para definir el asesinato en masa de un pueblo o nación. Genocidio fue creado  en el año 1946 cuando se desarrollaron los juicios de Núremberg que sentenciaron a los oficiales nazis que perpetraron el asesinato en masa del pueblo judío. El concepto jurídico de genocidio es la toma de conciencia en el plano legal de un tipo de criminalidad desconocida que tienen sus raíces en el racismo. Las guerras coloniales que se sucedieron en el  tercer mundo a partir de 1945 dieron lugar a acusaciones de genocidio, pero en este caso no hubo juicio como en Núremberg porque no hubo persecuciones.
El genocidio de los indígenas americanos es el más ha llamado la atención. A partir de 1442 se puso en marcha una máquina de destrucción de los indios que se denunciaron en países como Brasil, Colombia y Paraguay, pero que fue en vano. El investigador Robert Jaulin formula el concepto de etnocidio y nos llevó e diferenciar con el de genocidio.  Este último se refiere a la idea de raza y voluntad de exterminio de manera física as una minoría, en cambio etnocidio se refiere a la destrucción cultural.
Para algunos autores el etnocidio se definiría como  “El proceso continuado de agresión a una comunidad india y para Jaulin es  “El acto de destrucción de una civilización. Esteva Fabregat lo considera como “el exterminio físico y cultural de un grupo étnico”.  Esta autora emplea la palabra desertización  que quiere decir el lento proceso de reducción y desgaste demográfico de la etnia, acompañado de aculturación y de culturación, esto es de adquisición de otras formas y técnicas de vida, con su correspondiente cambio de realidad social y de pérdida cualitativa y cuantitativamente de formas de culturas propias. Esta autora dice que la desertización sustituye al etnocidio, es decir sería resultado de este o una consecuencia directa de él.
El etnocidio es uno y este no puede manifestarse con diferentes caras ya sea en un espacio temporal inminente, como sería el caso de fumigar con tóxicos supuestas plantaciones de coca en territorios comunales indígenas, que ocasionaría un destare ecológico y humano o una espacio temporal prolongado como es el caso de las ayudas externas e injerencias por parte de la iglesia y la evangelización lo que ocasionó la perdida de cohesión grupal y organizativa. Jaulin refiere que la política etnocida es un proceso y que la integración de las sociedades nacionales aspira a la disolución de las civilizaciones dentro de la civilización occidental. Es la pretensión de  hacer de la humanidad una singularidad es decir que prosigue el camino de la instauración ideológica de una civilización única.
Es la destrucción sistemática de los modos de vida y de pensamiento de gentes diferentes y esto conlleva a la muerte el espíritu.  Se intenta decir que los otros, así se refiere a aquellos que son diferentes, son malos pero se pueden manejar obligándolos a transformarse hasta que sean modelos del que se proponen.
El etnocidio en América del sur  la practicaban  los misioneros y los propagadores militantes de la fe cristiana. Se trataba de sustituir las creencias bárbaras por la religión de occidente y que el desarrollo evangelizador supone dos certezas. Primero la diferencia, que el paganismo es incompatible y debe ser combatido; segundo que el mal de esta diferencia debe ser abolida.
Se dice que el etnocidio se ejerce por el bien del Salvaje. Pero el discurso laico, por otra parte, dice lo mismo cuando enuncia por ejemplo la doctrina oficial del gobierno brasileño en lo que se refiere a la política indigenista “Nuestros indios son seres humanos como los otros. Pero la vida salvaje que llevan en la selva los condena a la miseria y la desgracia. Es nuestro deber ayudarlos a liberarse de la servidumbre. Tienen el derecho de elevarse a la dignidad de ciudadanos brasileños para poder participar plenamente en el desarrollo de la sociedad y gozar de sus beneficios. La ética del humanismo en la espiritualidad del etnocidio”. Medir las diferencias con la vara de su propia cultura se denomina etnocentrismo. Occidente sería etnocida porque es etnocéntrico, porque se considera a sí mismo y quiere ser la civilización. En conclusión este es la culpable de que exista el etnocidio porque si definimos una cultura superior y otra inferior lo que ocasiona es que esa inferior este obligada a transformarse en la cultura superior y con ello muchas costumbres o tradiciones de un pueblo queden olvidados.

La extirpación de idolatrías
El otro caso de etnocidio se dio con el llamado extirpación de idolatrías.
La conquista española de los Andes que comenzó en 1532 dio inicio al doble proyecto de evangelización e hispanización de la población indígena. Es decir que la cristianización de los indígenas desde el comienzo estaba vinculada a la colonización de los pueblos americanos. Además algunas autoridades coloniales, en especial el virrey Francisco de Toledo, pensaban que sería necesario hispanizar a los indígenas antes de poder realizar la tarea evangelizadora. La importancia que se otorgó a la evangelización de la población indígena en el plan colonial se plasmó en los esfuerzos de un número considerable de misioneros y doctrineros. Sin embargo, parece que la labor de los misioneros y eclesiásticos, no dio enseguida los resultados esperados, ya que reiteradamente se encuentran quejas en la correspondencia de la época sobre el poco fruto que hasta finales del siglo XVI había dado la evangelización de los pueblos andinos.
El visitador Cristóbal de Albornoz inicio la llamada extirpación de idolatría al enfrentar al movimiento Taki Onqoy. Este movimiento fue promovido por Juan Chocne, quien desató la primera guerra ideológica en el país. El defendía el culto y adoración de las huacas.
En 1608, el cura doctrinero de Huarochirí, Francisco de Avila puso las autoridades coloniales en alerta al denunciar que sus feligreses andinos de proseguían  clandestinamente con los cultos precolombinos. Ávila afirmó que los indígenas de su parroquia, pese a ser bautizados desde hace mucho tiempo, eran idólatras y rendían culto a las deidades andinas como antes de la conquista. El así llamado "descubrimiento de la idolatría" por Francisco de Ávila desencadenó en el arzobispado de Lima la primera campaña para extirpar la idolatría. Poco después de dar la alarma, en 1610, Ávila fue nombrado el primer juez extirpador de idolatrías por el arzobispo de Lima. En compañía  a Ávila, otros extirpadores fueron nombrados en los años siguientes y la extirpación de idolatrías pronto quedó institucionalizada en el arzobispado de Lima. Varias campañas de extirpación siguieron en el transcurso del siglo XVII. Durante las mismas fueron condenadas miles de personas, destruida gran cantidad de representaciones de deidades andinas, llamados "ídolos" por los extirpadores.

Pablo José de Arriaga escribe sobre este descubrimiento de Ávila  
Se  entendían que algunas provincias y pueblos del Perú que a pesar de haber adoptado el cristianismo aun habían quedado rastros de idolatría.  Quien comenzó a descubrir esto fue el doctor Francisco de Ávila siendo cura de la provincia de Huarochirí y de inmediato comenzó la caza y el castigo de la idolatría que cometían los indios al adorara  sus huacas e ídolos.  Francisco de Ávila al ver la mentira trajo a Lima unos 600 ídolos con sus vestiduras y ornamentaciones, estas cosas tenían figuras de cerros, montes arroyos o de sus antepasados que adoraban.
El virrey marqués de Montesclaros que pensó que estaba arraigada la idolatría fue persuadido por Ávila e hizo un auto público en lima convocando a todos los indios.
Posteriormente estos ídolos fueron quemados en la hoguera, pero también estaba amarrado el indio llamado Hernando de Paucar quien se dice que era un gran maestro de la idolatría.

Dos casos ejemplares
A) La extirpación de idolatrías en la provincia de Huarochirí
En primer lugar nos ocuparemos de la provincia de Huarochirí en Lima, donde como acabamos de señalar se había originado la extirpación de idolatrías institucionalizada, luego del descubrimiento que hizo en 1608 el doctor Francisco de Ávila de la supervivencia de cultos precolombinos.
Por el relato de Ávila parecería que la conversión de sus feligreses hubiese sido perfecta y que ya no quedaba ningún rastro de la "idolatría" antigua. Sin embargo, documentos de una visita de idolatrías posterior a la de Ávila, sugieren otra interpretación. Después de la actuación de este cura  por muchos años no hay noticias de campañas de extirpación en la provincia de Huarochirí. Recién en 1660 el visitador de idolatrías Juan Sarmiento de Vivero inició una nueva serie de procesos contra "idólatras". Como en otras ocasiones, Sarmiento de Vivero se destacó también aquí como un juez de idolatrías muy experimentadas y extremadamente tenaces y astutas. Comenzó la visita de Huarochirí en enero de 1660 con la lectura del edicto general en la iglesia del pueblo. El edicto amonestó a los lugareños a descubrir sus "idolatrías" y delatar a los "idólatras". Pronto le llegaron las primeras denuncias y Sarmiento inmediatamente llevó presos a los delatados. Aplicando refinadas técnicas de interrogación, logró arrancar a los presos confesiones y más delaciones. De manera que cuando terminó su visita cinco meses después, a fines de mayo 1660, pudo condenar a 32 personas.16 Además fueron incinerados, 17 "camisetas de cumbi pintadas", 32 tamborillos, 30 queros de palo, es decir vasos de madera, ídolos que se quebraron y momias o huesos de antepasados, reverenciados por los indígenas porque se les consideraba responsables del bienestar del grupo social. Las cenizas fueron recogidas y echadas al río para evitar que se prosiguiera su adoración.

B) Las campañas de extirpación en la provincia colonial de Cajatambo
Como para Huarochirí, también para la provincia de Cajatambo contamos con documentos de diferentes campañas de extirpación de idolatrías. Estas se realizaron a principios del siglo XVII, entre 1617 y 1622 por Fernando de Avendaño   y posteriormente, entre 1656 y 1663 por Bernardo de Noboa.  Esta última visita de idolatrías proporciona varios datos interesantes respecto a la visita anterior de Avendaño. Además de estos textos, contamos también con la documentación procedente de la visita de Juan Sarmiento de Vivero, visitador general de la idolatría en el arzobispado de Lima que  luego de haberse dedicado a la extirpación de los cultos autóctonos en Huarochirí en 1662 llevó a cabo la visita del pueblo de Ambar en el corregimiento de Cajatambo.
Como había sido el caso en la provincia de Huarochirí, tampoco en Cajatambo la destrucción de representaciones de deidades hecha por el visitador Avendaño a principios del siglo XVII dio fin a la veneración de las huacas. En algunos pueblos se prosiguió con los cultos a las huacas quemadas, adorando las cenizas y a veces se restituyeron las representaciones de las huacas quemadas por otras piedras. Además de lo acontecido en Huarochirí, en Cajatambo se dio otro proceso sugestivo como consecuencia de la destrucción de huaca. En el lugar donde Fernando de Avendaño, en su visita de principios del siglo, había destruido las representaciones de cinco conopa, que eran dioses, tres decenios después el visitador Bernardo de Noboa encontró diez "ídolos". Este proceso de proliferación de huaca originado por la destrucción de la representación de una deidad se produjo en varias ocasiones en las provincias de Cajatambo y de Huamachuco en la sierra norte del Perú. Para la región de Huamachuco, La Libertad,  al norte de Cajatambo, este proceso de proliferación de representaciones de dioses luego de la destrucción de la estatua de una deidad importante  ya está documentado para el siglo XVI. Alrededor de 1560, los primeros misioneros agustinos reportaron un proceso parecido luego de haber incinerado los restos de la estatua de la deidad Catequil cuya representación había sido quebrada y el santuario devastado por primera vez en la época precolombina por un soberano inca. Cuando los misioneros a mitad del siglo XVI terminaron con el aniquilamiento del santuario y restos de la estatua, aparecieron en los pueblos de la región "hijos de Catequil". Se trataba de piedras encontradas por feligreses de Catequil en el campo que luego fueron identificadas como representaciones de "hijos" de la deidad. De manera que el culto a un dios importante para toda la región había cedido paso a la veneración de multitud de deidades adoradas en sus respectivos grupos locales, proceso que en última instancia llevó a un fraccionamiento del culto suprarregional en cultos meramente locales.
En ambos casos el aniquilamiento de representaciones de deidades andinas no tuvo gran éxito, los indígenas prosiguieron con la veneración de éstos dioses. Esto demuestra que Cristóbal de Albornoz, un extirpador de idolatrías muy experimentado del siglo XVI, estaba equivocado al afirmar que era muy importante destruir los "ídolos" en presencia de los feligreses indígenas porque entonces dejarían de rendirles culto. Hemos visto, que al contrario del pronóstico de Albornoz, la veneración de estos dioses no disminuyó y en algunos casos la destrucción incluso aumentó el número de deidades veneradas, asegurando así la supervivencia del culto. Albornoz y otros partidarios del aniquilamiento de las representaciones de los huaca obviamente no sabían que estas piedras, o estatuas labradas no eran otra cosa que una especie de asiento, al cual bajaban los dioses cuando se les rendía culto. Eran pues representaciones, las piedras no eran los dioses. En cuanto a los malqui, la conceptualización era parecida. Aunque en este caso se trataba de los cuerpos momificados de los ancestros de los lugareños, la incineración de la momia no significaba el aniquilamiento del alma del muerto. Como indican las palabras de Hernando Hacas Poma, uno de los sacerdotes mayores de Cajatambo, reproducidas en el epígrafe, las almas de los huaca y malqui eran consideradas inmortales y por lo tanto no podían ser aniquiladas por los visitadores de idolatrías. Los testimonios de los feligreses nativos recogidos en las visitas de idolatrías, además señalan que los malqui, no eran solamente cuerpos momificados, sino que en cierto sentido seguían viviendo. Era otra forma de existencia, por cierto, pero las momias de los antepasados muertos incluso daban vida a los miembros de su grupo local, porque alentaban con su fuerza vital la vida de sus descendientes. Los malqui y en muchos casos también los huaca fueron considerados ancestros de los grupos locales que los veneraban. Estas deidades, por consiguiente, relacionaban el grupo social con la tierra y les dieron arraigo. Al ser representados en montes, nevados, peñas, fuentes y manantiales, los huaca vinculaban sus feligreses con una cierta región, les daban un lugar en el mundo.